Willy Morgan and the Curse of Bone Town viene para eso, recordarnos las primeras aventuras graficas de cuando éramos tan inocentes como el protagonista. Un breve viaje al recuerdo, la nostalgia y el homenaje a los clásicos.
Realmente no le hago asco a las aventuras graficas aunque tengan un par de décadas encima. Venia decantándome por aventuras graficas de tramas brutales y despiadadas, con argumentos y personajes totalmente demenciales. Steam suele enlazarte las búsquedas y te recomienda del palo del anterior creyendo que te conoce (¿nos conocerá?). No solamente los viejos Phantasmagoria 1 y 2 (1995 y 1996) me impresionaron sino que habiendo completado la triada con Harvester (1996) no podía más y necesitaba despejar la cabeza (y el alma). Y entonces este pequeño rayo de luz de inocente esperanza vino a mí.
Todo comienza cuando el pequeño Willy recibe una carta de su padre, un famoso explorador, quien lleva diez años desaparecido. Incluso la misma carta fue escrita en aquella época. No, no es que el correo se tomó su tiempo, el envío fue intencional. El padre, temiendo que algo le pudiera pasar, le pide que vaya en su búsqueda a Bone Town, un pueblito costero medio quedado en el tiempo. A partir de ahí comenzaremos una divertida y corta aventura para descubrir su paradero y entender qué le pasó.
Willy Morgan and the Curse of Bone Tow
Sí, efectivamente hay mucho de piratas en el juego, pero de una manera divertida. No solamente el pueblo donde transcurre la aventura tiene toda la onda “Port Royal” sino que hay mucho nombre pirata levemente modificado dando vueltas. No son los mismos nombres pero nos suenan de algún lado, sin contar las innumerables indirectas a Monkey Island (el restaurant del pueblo lo dice todo) que nos mostrará un intento de homenajear a una de las mejores sagas de la historia de las aventuras gráficas.
Gráficamente el juego es lindo a la vista y bastante iluminado. Hasta los lugares nocturnos tienen su calidez. Incluso los personajes malos no terminan de dar miedo. En cuanto a la jugabilidad, es un juego ágil; Willy se desliza suave y rápidamente por la pantalla y los puzzles de baja complejidad hacen que deduzcamos rápidamente qué hacer a continuación (intuitivo) y estemos todo el tiempo en movimiento.
En cuatro horas se termina, con mate mediante o un par de cafés. Corto pero justo, sin violencia, divertido, simple en los controles, lleno de ironías y tal vez hasta infantil por momentos para el jugador veterano. Su mayor error posiblemente sean los minutos finales. No termina mal pero deja la sensación de que se pudo haber hecho mejor, de que quisieron terminarlo rápido.
ImaginaryLab, desde Italia con amor
El desarrollo estuvo a cargo de ImaginaryLab, una compañía indie de solo cuatro personas y fue lanzado el 11 de agosto pasado en Steam. Tiene varios idiomas disponibles, incluyendo el español. Mientras dura es ameno, un buen primer juego de esta empresa, como para tenerle esperanzas de que repitan.
Para cerrar, si tuviera un hijo pequeño (no tanto), le regalaría este juego; sin violencia, para pensar sin quebrarte la cabeza y rápido de jugar. Y después (o antes) lo jugaría yo también.
¡Posiblemente me vuelva a internar en el terror y el misterio pero un poco de luz cada tanto no viene mal!
Aficionado a la historia antigua y los mitos, aventurero gráfico y asiduo llegador tardío de todas las experiencias de la vida. Sus escritos raramente expresan la bola de emociones en su cabeza y su poco vocabulario tampoco lo ayuda mucho, pero lo intenta.